Las tres claves para alimentarse mejor

Somos el fruto de cientos de millones de años de selección natural. De todas las especies vivas, un 99,99 % había desaparecido en la época en la que aparece nuestro ancestro, el Hombre de Cromañón.

Mucho antes de que inventásemos los pesticidas, la contaminación por mercurio, la deforestación y el calentamiento global, la inmensa mayoría de las especies animales y vegetales ya había sido erradicada de la faz de la Tierra.

Pero nuestros ancestros no.

Ellos lograron sobrevivir a todas las catástrofes, a todas las enfermedades, a todas las guerras, al menos el tiempo suficiente para tener un hijo, y para que dicho hijo viviese hasta la edad adulta y tuviese a su vez otro hijo. Y así sucesivamente hasta nuestros padres: ¡84.000 generaciones después de la aparición del primer homínido!

Es como para estar orgullosos de ellos y de nosotros mismos. Hemos sido elegidos de entre millones por medio de un proceso de selección natural que se encarga de eliminar a los individuos insuficientemente adaptados a su entorno, en beneficio de una pequeña élite formada por los más resistentes… y de la que somos integrantes.

Pero, para conservar esta ventaja, sigue siendo necesario no dejar a un lado los hábitos alimentarios, los remedios naturales y los estilos de vida responsables del éxito de nuestros ancestros. Desde el momento en el que decidimos consumir un alimento o bebida nuevos que ellos no consumían, asumimos un riesgo potencial: Coca-Cola, Nutella, Corn Flakes, Red Bull o patatas fritas, por citar algunos.

Las malas experiencias del pasado

A finales del siglo XIX, los intelectuales pensaban que, gracias a la ciencia, se podrían inventar alimentos sintéticos que funcionarían mejor que los productos naturales.

Se acababan de descubrir los tres elementos energéticos que forman la base de nuestra alimentación (proteínas, grasas y carbohidratos). Varios investigadores realizaron experimentos consistentes en alimentar al ganado únicamente con prótidos (proteínas), lípidos (grasas) y glúcidos (azúcar), complementados con agua y sal. ¡Sabia precaución el no haber experimentado directamente con seres humanos!

Los animales desmejoraban y no podían reproducirse. Por el contrario, su estado mejoraba considerablemente al añadir a su dieta yema de huevo y leche entera. Así se comienza a sospechar de la existencia de otras sustancias, presentes en los alimentos en cantidades infinitesimales pero igual de indispensables para sobrevivir: las vitaminas, los minerales y los oligoelementos.

Y, sin embargo, un siglo más tarde, la enorme importancia de estos nutrientes, que se obtienen únicamente con una alimentación sana y ecológica, continúa siendo ampliamente ignorada por los expertos médicos, que sólo confían de verdad en los medicamentos químicos para curar las enfermedades.

¿Órganos inútiles?

Asimismo, y como no comprendían su función, los investigadores llegaron a la conclusión de que el ser humano tenía órganos inútiles que era mejor extirpar quirúrgicamente.

Por ejemplo, las amígdalas, que se les extirpaban sistemáticamente a los niños, o el apéndice, un extremo del intestino que creíamos que no servía para nada, salvo para provocar una inflamación que puede llegar a ser mortal como es la apendicitis.

En la actualidad, seguimos operando de “vegetaciones” a decenas de miles de niños todos los años, básicamente para evitar los resfriados recurrentes, con independencia de que un estudio haya demostrado que es una medida totalmente inútil.

También hubo un tiempo –no tan lejano- en que se pensó que la vesícula biliar no servía para nada.

Y lo que es peor: ¡durante mucho tiempo se pensó que el bazo era un órgano superfluo! Este órgano, indispensable para la fabricación de células inmunitarias, incluso llegó a tener fama de ser perjudicial, hasta tal punto que los atletas alemanes en período de entreguerras se hacían extirpar el bazo para correr más rápido (en francés, de hecho, existe la expresióncourir comme un dératé, que literalmente significa “correr como un hombre sin bazo”). Asimismo, las mujeres enviadas a los Juegos Olímpicos por la Unión Soviética solían quedarse embarazadas y someterse a un aborto el día antes de la competición para, supuestamente, mejorar su rendimiento.

Este oscurantismo, por increíble que parezca, no se remonta a la Edad Media, ni siquiera al siglo XIX: hablamos de la comunidad científica de la era del Sputnik, de los viajes a la Luna o de las operaciones a cerebro abierto.

Y, justo mientras escribo esta carta, casualmente un lector me envía el siguiente testimonio:

El pasado mes de mayo tuve que someterme, sin barajar más alternativas, a una extirpación de la vesícula biliar. (…) ¡Según los estimados facultativos, la vesícula no sirve para gran cosa! Mi experiencia en el mes siguiente a la intervención es que empiezo a percibir los siguientes cambios en el aparato digestivo: flatulencias habituales y nauseabundas, sensación de saciedad frecuente, diarrea leve varias veces a la semana, problemas leves de la vista (sin duda, relacionados con las reacciones hepáticas)…”.

Sea como sea, si la naturaleza nos ha dado una vesícula biliar, probablemente es por algo. E incluso si la medicina aún no ha descubierto para qué sirve exactamente, más vale abstenerse de extirparla en la medida de lo posible.

Consumir productos ecológicos, locales y de temporada

Los seres humanos nos hemos adaptado muy bien a nuestro entorno. Sin duda, no es coincidencia que las grandes enfermedades de la civilización se desarrollen en todos los lugares cuyas poblaciones han abandonado su modo de vida tradicional.

Solemos culpar a la comida rápida, a la mala alimentación, a la Coca-Cola y al McDonald’s, al coche… y es cierto que son factores determinantes, pero también es potencialmente perjudicial consumir alimentos que no se corresponden con la temporada o el clima.

Si tomásemos, por ejemplo, a los beduinos, a los pigmeos, a los masáis o a los incas, y les impusiésemos la alimentación de los esquimales, enfermarían igualmente.

“El empirismo es esa arca santa de la medicina con la que es mejor no meterse”, solía decir el gran médico Armand Trousseau. Empirismo es el término culto que designa a los conocimientos adquiridos mediante la experiencia. No los abandonemos en nombre de un progreso ilusorio.

En la actualidad ha resurgido con fuerza un movimiento que defiende el consumo de productos poniendo el énfasis en tres aspectos: que sean ecológicos, locales y de temporada. Y la mejor manera de promoverlo es adoptándolo nosotros mismos. Aparte de los beneficios para el medio ambiente, están los beneficios para nuestra salud, que sin duda serán los más espectaculares a largo plazo.

FUENTE

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Suplementos nutricionales: 6 alimentos

para evitarlos

 

A medida que nos adentramos en el mundo de la alimentación encontramos mucha información sobre déficits que deberían ser compensados por suplementos nutricionales: Omega 3, zinc, magnesio, vitaminas, etc. Ante este bombardeo de información, olvidamos que en general casi nunca es una sola sustancia la que genera un cambio sino el entorno nutritivo adecuado.

Los alimentos son los únicos suplementos que nuestro cuerpo conoce y reconoce así que la idea es que en la medida de lo posible evitemos suplementos alimenticios innecesarios. Es por ello que esta semana os presentamos una pequeña guía para mantenerte sano sin suplementación.

Premisas básicas para evitar suplementos:

  1. Come fruta y verdura ecológica, madurada al sol y en tierras poco explotadas: A parte de evitarnos aditivos, insecticidas, medicamentos u otros tóxicos las plantas generan la mayor parte de los antioxidantes, bioflavonoides o vitaminas como respuesta a agresiones del entorno. Aquella planta no está expuesta a bichos, lluvia y viento, madurada en invernadero y cámara, y en tierras con muy pocos minerales nos transmitirán los déficits que ellas mismas han sufrido. Aquí un pequeño ejemplo:

  2. Come carne de pasto y que viva en libertad: Según el movimiento del animal y el alimento que consuma desarrollará por ejemplo un tipo de grasa más o menos saludable. Una vaca que no se ha movido y consume pienso tiende a presentar un nivel de grasa Omega 6 mucho mayor que aquella que ha consumido hierba, por lo que uno se ahorra comprar complementos de Omega 3.
  3. En la variedad está el gusto: Varía todo lo que puedas el tipo de alimento pues cada uno aporta beneficios distintos y eso ayudará en buena medida a evitar suplementos nutricionales. Existen miles de frutas y verduras para limitarnos a lechuga, acelgas y espinacas y manzana, plátano o naranja. Una buena manera es consumir aquello que toque por temporada pues te obligará a variar sí o sí. Con los alimentos de origen animal ocurre lo mismo, hay un mundo muy amplio detrás del filete de ternera, desde otras partes del animal a otros animales.

 

Si sigues estas tres premisas y evitas los alimentos con antinutrientes es probable que tu alimentación sea en general bastante buena y libre de gastos en suplementos.

Aún así, se consciente que vivimos en un entorno ambiental, social, laboral y cultural con unas exigencias importantes y es por ello que conviene añadir a estas premisas básicas lo prometido, una guía de alimentos que aportan algunos elementos que uno tiende a conseguir en forma de complementos deportivos, complementos para ganar masa muscular o suplementos vitamínicos. Mucho ojo a esta lista:

1 Hígado de pollo

Los órganos son las partes más nutritivas de los animales y también las más deseadas por cualquier consumidor de carne que se precie.

El único problema si quieres incluirlo como un alimento habitual en tu dieta es su alto contenido en vitamina A y cobre. Es por ello que de entre los hígados, el de pollo es el más recomendable para consumir con asiduidad. Más bajo en vitamina A (aunque sigue siendo una fuente fantástica) y cobre, es una buena fuente de folato y zinc, este último muy consumido en forma de suplemento cuando se puede obtener de manera natural.

Además es fácil de encontrar de buena calidad, y su gusto es más suave que el de otros animales.

2 Pescado graso de pequeño tamaño:

Los peces de pequeño tamaño como: sardinas, caballa pequeña, boquerón o anchoa son ideales para consumir con asiduidad en vez de suplementos puesto que:

  • Se encuentran en el inicio de la cadena trófica alimentaria, lo que significa que son una fuente más sostenible de calorías y que acumulan menos metales pesados.
  • Se pueden consumir enteros lo que significa que proporcionan calcio de sus espinas y micronutrientes del propio alimento del pez.
  • Aportan omega-3 en su forma más estable es decir, sin ser separado de su fuente (el pescado).
  • Son baratos, al menos por ahora.

3 Nueces de Brasil:

El selenio es un mineral curioso. Lo necesitamos, pero su presencia en los alimentos depende enteramente de su presencia en el suelo y hay una especie de escasez mundial de selenio en el suelo. Así que incluso en ciertos alimentos que se afirma que son ricos en selenio como el hígado de cordero, si ese animal pastaba en suelo deficiente en selenio, el hígado no es una fuente fiable, he ahí la razón por la que se piensa que es más fácil conseguirlo en suplementos. Es por ello que recomendamos nueces de Brasil. Las nueces de Brasil provienen de una región notoriamente alta en selenio.

Puesto que con 2-3 al día es suficiente para obtener los niveles adecuados de selenio, no debemos preocuparnos demasiado ni por el ácido fítico que contienen ni por los niveles de omega 6.

4 Crustáceos:

Cuando hablamos de que los humanos hemos subsistido durante mucho tiempo de la recolección, muchas personas no caen en que una de los principales alimentos que recolectábamos eran crustáceos. Debemos incluirlos en nuestra dieta si queremos evitar los suplementos.

Las ostras por ejemplo son una excelente fuente de Zinc. Y los mejillones de manganeso. A su vez, son buena fuente de yodo y tirosina.

5 Algas:

Las algas son una de las principales fuentes de yodo.El yodo es indispensable para nuestra salud. Cabe destacar eso sí que nosotros (occidentales) y las bacterias de nuestros intestinos no estamos tan adaptados a digerir las algas como por ejemplo los japoneses por lo que no debería ser nuestra única fuente.

Añadir un poco en los caldos y en alguna que otra ensalada es suficiente para evitar consumir suplementos de yodo.

6 Fermentados:

Consumir alimentos fermentados es una fuente de bacterias probioticas interesante que ayuda a evitar el consumo de suplementos. Además crean un medio interesante para la proliferación de las bacterias ya residentes.

Consumir alimentos fermentados como el chucrut, el kimchi o incluso algun que otro yogurt de cabra aporta una diversidad bacteriana que probablemente no podremos obtener solo con los probióticos. Decir que esta es la menos evidente de las recomendaciones. Igual que vivir envejece, convivir es una fuente interesantísima de probióticos. Se cree incluso que el beso es una manera de intercambiar bacterias con nuestros allegados. Por ello no haría falta comer fermentados para tener una buena salud de nuestra microbiota pero el hecho de vivir en este mundo tan higiénico con tan alta presencia de antibióticos ( y con neveras…) nos obliga a tres posibilidades no excluyentes:

  • Comer fermentados
  • Tomar probióticos
  • Intercambiar muchas bacterias con diferentes personas…

Cada uno el que más le convenga o pueda.

Conclusión:

  • Come variado, fresco y alimentos de verdad.
  • Añade alimentos que hemos consumido en abundancia la mayor parte de nuestra historia.

Un pequeño apunte final:

En verano nos apetece comer crudo, fruta y ensaladas. En invierno más bien cocinado y más caldos. Hay días que te apetece extrañamente comer calamares, mientras que otros saltarte una comida o comer solo verdura.

Recomendar unos alimentos en concreto es controvertido.

Depende de la persona, sus circunstancias y por supuesto, lo que a uno le sienta bien puede que a otro no tanto. El agua es indispensable, pero nos podemos intoxicar de agua. Es por ello que independientemente de las recomendaciones que leamos, siempre que nos movamos en un marco reconocible para nuestra fisiología es importante recordar que tenemos un sistema altamente seleccionado para saber lo que necesitamos. Escucha lo que tu cuerpo te pide (eso no incluye fumar si tenéis ganas). Veréis que con el tiempo y la insistencia cada vez os podréis guiar más por vuestras propias sensaciones.

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