Esta mala hierba le devolverá a su

infancia

Si usted nació o creció en una zona de campo, o acostumbraba a ir de visita al pueblo de sus abuelos cuando era pequeño, estoy seguro de que me entenderá a la perfección.

Para mí no hay recuerdo de una primavera recién inaugurada que pueda disociarse del color amarillo de los campos y los bordes de los caminos plagados de vinagrillos (Oxalis pes-caprae), esas inconfundibles campanillas amarillas abiertas al sol.

Tampoco puedo separar el recuerdo de los primeros días en los que el sol calienta del sabor agrio, similar al del vinagre, de los tallos de estas flores (precisamente “agrios” es otro de los nombres con el que se las conoce).

Y es que cuando era pequeño, los niños del vecindario solíamos recoger unos cuantos y chuparlos con fuerza.

Nuestras madres nos reñían por hacerlo, advirtiéndonos de que abusando de ellos corríamos el riesgo de intoxicarnos. Y, aunque es probable que no supieran explicar por qué razón, una vez más la sabiduría popular se demuestra certera y cargada de fundamento.

En efecto, su sabor ácido se debe a su contenido en ácido oxálico, que en grandes cantidades resulta tóxico para los riñones y podría provocar la formación de cálculos renales. El ácido oxálico es, de hecho, uno de los componentes de las también conocidas como “piedras en el riñón”.

Sin embargo, los mapuches (pueblo amerindio originario del sur de Chile y Argentina) llevan siglos cosechando las hojas del vinagrillo, al que llaman “chulle amarillo”, y machacándolas finamente para usarlas como alternativa al limón.

Y hoy día esta planta se ha convertido en un valioso ingrediente para ensaladas y tortillas en la cocina gourmet. Son muchas las personas en todo el mundo que la utilizan para dar gusto a sopas, salsas, mayonesas caseras y vinagretas.

Inevitablemente surge una pregunta: ¿si fuese una planta nociva, por qué se iba a cocinar con ella?

Las propiedades “ocultas” del vinagrillo

La forma de reproducción de esta planta ha llevado a considerarla una especie invasora, como verá más adelante. Sin embargo, que se la considere una mala hierba sin tener en cuenta sus virtudes para la salud responde, una vez más, a la desidia del mundo moderno por conocer y aprovechar las posibilidades que ofrece el entorno natural.

Y es que el vinagrillo posee en realidad numerosas propiedades medicinales que apenas se conocen -por supuesto, tampoco hay interés en estudiarlas como es debido-.

Aunque obviamente hay que consumirla con moderación (también podría producir descalcificación) y en ningún caso si se padecen problemas de cálculos renales, esta planta ofrece virtudes antioxidantesantiescorbúticas (frente al déficit de vitamina C), antihemorrágicas y antipiréticas.

Asimismo, es un eficaz tónico estomacal (se pueden tomar sus hojas secas en infusión en caso de trastornos digestivos) y también posee un efecto diurético. Y sus hojas se usaban antaño machacadas contra las afecciones de las encías.

A nivel nutricional, además de los ya comentados ácido oxálico y vitamina C, contiene proteínas vegetales, glúcidos y minerales como calcio, magnesio, hierro y fósforo, entre otros.

Una planta invasora que ayuda al campo

La Oxalis pes-caprae es una planta herbácea de la familia de las oxalidáceas que llegó a nuestros campos desde su lugar de origen, Sudáfrica.

Su excepcional adaptación a nuestro clima y su forma de reproducción, de forma que tamiza todo el suelo, llevó a catalogarla como especie invasora, como ya ha visto.

Sin embargo, en realidad se trata de una planta muy útil en jardinería, especialmente si se siembra junto a determinadas especies, como por ejemplo los cítricos.

Y es que el vinagrillo mejora notablemente la porosidad y la capacidad de retención de agua de los suelos y tiene efectos acidificantes sobre los más alcalinos (típicos del Mediterráneo). Así, beneficia al cultivo al excretar el ácido oxálico por las raíces y desbloquear elementos que pueden permanecer en un estado poco asimilable en las tierras calizas.

También mejora la calidad de los cultivos al competir con otras malas hierbas, dado que impide que crezcan de forma masiva y limita la necesidad de herbicidas de forma completamente natural.

Asimismo, protege a la fruta que crece cerca del suelo de los ataques de ciertos hongos, como por ejemplo los Phytophthora, y a las raíces frente a las heladas.

E incluso la forma en que crece, a modo de tapiz, actúa como escudo protector del suelo frente a la erosión y ayuda al mantenimiento de micorrizas (las simbiosis entre hongos y raíces) útiles para el cultivo.

Después, llegada su hora, desaparece inteligentemente, dejando el suelo libre para labrar.

Un homenaje a tiempo

Ya lo ve: el del vinagrillo es otro ejemplo de lo mucho que debemos a ciertas plantas silvestres a las que, aun sin saberlo, llevamos décadas teniendo en pésima consideración injustamente.

Sus beneficios son muy numerosos, y créame si le digo que aún me he dejado algunos en el tintero.

Si no, que se lo pregunten a mi abuela, que cuando llegaba con manchas de tinta en la ropa echaba mano de sus tallos para frotar la mancha… ¡y ésta terminaba por desaparecer como por arte de magia!

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