Una iglesia, o una sinagoga, necesita recaudar dinero para
Sobrevivir. Pues bien, érase una vez una sinagoga judía en
La que no hacían colecta entre los fieles, como suele
Hacerse en las iglesias cristianas. Su método para recaudar
Fondos consistía en vender entradas para obtener asiento
En las festividades solemnes, que era cuando mayor
Asistencia había y la gente se mostraba más generosa.

Una de esas fiestas, llegó un muchacho a la sinagoga en
Busca de su padre, pero los conserjes no le permitían
Entrar, porque no tenía entrada.

“Por favor”, dijo el muchacho, “se trata de un asusnto muy
Importante…”

“Eso es lo que dicen todos”, replicó impasible el conserje.

El chico se desesperó y comenzó a suplicar: “Por favor,
Señor, déjeme entrar… Es cuestión de vida o muerte… Sólo
Tardaré un minuto…”

Al fin, el conserje se ablandó: “Está bien; si es tan
Importante, de acuerdo… Pero que no te pille yo rezando!”

Desgraciadamente, la religión organizada tiene sus limitaciones.