Todos los filósofos, teólogos y doctores de la ley fueron
    Reunidos en el tribunal para asistir al juicio del mullah
    Nasrudin, a quien se imputaba la grave acusación de haber
    Ido de ciudad en ciudad diciendo: “Vuestros supuestos
    Dirigentes religiosos son unos ignorantes y están confusos”.
    De modo que le acusaron de hereje, lo cual estaba penado
    Con la muerte.

    “Puedes habla tú el primero”, le dijo el Califa.

    El mullah estaba perfectamente tranquilo. “Ordena que
    Traigan papel y plumas para escribir”, dijo, “y que lo
    Repartan entre los diez hombres más sabios de esta
    Augusta asamblea”.

    Y, para regocijo de Nasrudin, se organizó entre todos ellos
    Una tremenda disputa acerca de quién era el más sabio de
    Todos. Cuando la contienda concluyó y quedaron provistos
    De papel y pluma los diez elegidos, el mullah dijo: “Que
    Cada uno de ellos escriba la respuesta a la siguiente
    Pregunta: ¿DE QUE ESTA HECHA LA MATERIA?”

    Las respuestas fueron escritas y entregadas al Califa, el
    Cual las leyó. Uno decía: “Está hecha de la nada”. Otro:
    “De moléculas”. Otro: “De energía”. Y otros: “De luz”, “No
    Lo sé”, “De esencia metafísica”, etc.

    Y Nasrudin dijo al Califa: “Cuando se pongan de acuerdo
    Acerca de lo que es la materia, estarán en condiciones de
    Juzgar asuntos del espíritu. Pero ¿no es extraño que no
    Puedan ponerse de acuerdo en algo de lo que ellos
    Mismos  están hechos y, sin embargo, sean unánimes a la
    Hora de decidir que yo soy un hereje?”

Lo que produce daño
No es la diversidad de nuestros dogmas,
Sino nuestro dogmatismo.
Por eso, si cada uno de nosotros hiciera
Aquello de lo que está firmemente persuadido
Que es la voluntad de Dios,
El resultado sería el más absoluto caos.
La culpa la tiene la certeza.
La persona espiritual conoce la incertidumbre,
Que es un estado de ánimo
Desconocido para el fanático religioso.