Erase una vez un asceta que, además de practicar un
Riguroso celibato, se había propuesto como misión en la
Vida combatir el sexo a toda costa, tanto en él como en los
Demás.

Cuando le llegó la hora, falleció, y su discípulo, que no
Pudo soportar la impresión, murió poco después. Cuando
El discípulo llegó a la otra vida, no podía dar crédito a sus
Ojos: ¡allí estaba su querido maestro con una mujer
Extraordinariamente hermosa sentada en sus rodillas!

Pero se le pasó el susto cuando se le ocurrió pensar que su
Maestro estaba siendo recompensado por la abstinencia
Sexual que había observado en la tierra. Entonces se
Acercó a él y le dijo: “Querido maestro, ahora sé que Dios
Es justo, porque tú estás recibiendo en el cielo la
Recompensa por tus austeridades en la tierra”.

El maestro, que parecía bastante molesto, le dijo: “¡Idiota,
Ni esto es el cielo ni yo estoy siendo recompensado, sino
Que ella está siendo castigada!

     Cuando el zapato encaja, te olvidas del pie;
     Cuando el cinturón no aprieta, te olvidas de la cintura;
     Cuando todo armoniza, te olvidas del “ego”.
     Entonces, ¿de qué te sirven tus austeridades?