Así crecen las organizaciones espirituales:

     Un guru quedó tan impresinado por el progreso espiritual
     De su discípulo que, pensando que ya no necesitaba ser
     Guiado, le permitió independizarse y ocupar una pequeña
     Cabaña a la orilla de un río.

     Cada mañana, después de efectuar sus abluciones, el
     Discípulo ponía a secar su taparrabos, que era su única
     Posesión. Pero un día quedó consternado al comprobar
     Que las ratas lo habían hecho trizas. De manera que tuvo
     Que mendigar entre los habitantes de la aldea para
     Conseguir otro. Cuando las ratas también destrozaron éste,
     Decidió hacerse con un gato, pero, además de mendigar para
     Su propio sustento, tuvo que acerlo para conseguir leche
     Para el gato.

     “Esto de mendigar es demasiado molesto”, pensó, “y
     Demadiado oneroso para los habitantes de la aldea. Tendré
     Que hacerme con una vaca”. Y cuando consiguió la vaca,
     Tuvo que mendigar para conseguir forraje. “Será mejor
     Que cultive el terreno que hay junto a la cabaña”, pensó
     Entonces. Pero también aquello demostró tener sus
     Inconvenientes, porque le dajaba poco tiempo para la
     Meditación. De modo que empleó a unos peones que
     Cultivaran la tierra por él. Pero entonces se le presentó la
     Necesidad de vigilar a los peones, por lo que decidió
     Casarse con una mujer que hiciera esa tarea.
     Naturalmente, antes de que pasara mucho tiempo se había
     Convertido en uno de los hombres más ricos de la aldea.

     Años más tarde, acertó a pasar por allí el guru, que se
     Sorprendió al ver una suntuosa mansión donde antes se
     Alzaba la cabaña. Entonces le preguntó a uno de los
     Sirvientes: “¿No vivía aquí un discípulo mío?”

     Y antes de que obruviera respuesta, salió de la casa el
     Propio discípulo. “¿Qué significa todo esto, hijo mío?”,
     Preguntó el guru.

     “No va usted a creerlo, señor”, respondió éste, “pero no
     Encontré otro modo de conservar mi taparrabos”.